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foto kiki la aprendiz de bruja
"Cada uno tenemos que encontrar nuestra propia inspiración... y a veces no es nada fácil." - Kiki, la aprendiza de bruja (1989)
Rebeca Laureano Palma (Beka)
Todos los derechos reservados.
Cuernavaca, Morelos, México. 2024.

El hada y el gato

Es la historia de un gatito coqueto, pero nada aventurero, que tiene una rutina muy especial, pero una mañana todo parece diferente y se da cuenta que su dueña ha desaparecido. Triste la empieza a buscar y se topa con un hada luminosa que le dice que tendrá que ir al más allá para rescatar a su dueña. Únete a esta aventura gatuna.
Beka Laureano
Publicado:
21/3/18
Tiempo de lectura:
9 minutos

Escucha el cuento:

—Soy un gatito negro de ojos coquetos. Soy un gatito negro que le encanta la primavera. Y la primavera está aquí con sus olores que me atrapan y ese polen que me hace estornudar ¡Achúu! Me encanta sentir el calor en mi pelo, me encanta jugar con las flores y las hojas. Me levanto tempranito y me subo a mi árbol favorito. Me siento en el techo y sólo veo el sol resplandecer.  

En las tardes, después de comer, duermo un rato y me acurruco en el regazo de mi dueña. Al abrir mis ojos escucho a mis amigos jugar afuera y maúllo para que me dejen salir.

Entre ronroneos de felicidad ellos disfrutan el atardecer. Ese atardecer que cae sobre los árboles como flores naranjas que pintan el entorno. Los gatos se persiguen, se tiran, se voltean y se llenan de polvo. El júbilo los envuelve más y más. La noche ha llegado con estrellas que caen como lluvia platinada.  

—La noche es mi favorita, salen bichos con los cuales puedo jugar, corro, subo y bajo los árboles. La noche es mi preferida, ¿por qué?... porque mi dueña me habla y ya en casa me apapacha hasta que me duermo. Me encanta mi vida gatuna.

Madrugada azul, fría y extraña, madrugada solitaria. Viento que resuena igual a un volcán. El gatito abre sus ojos coquetos, se levanta y se estira como es su costumbre. Desayuna, sale y se sube a su árbol favorito. Pero algo no está bien, no escucha ningún sonido, ni ve gente transitando.

—¡Miau, miau! No entiendo, mi dueña siempre se levanta y me acaricia antes de irse a trabajar.

El vacío retruena como relámpago de un dolor silencioso. La casa está intacta, muebles y ropa en su lugar. El gatito no desespera y va con su amigo.

—No está, ¿qué es lo que pasa?

La oscuridad rompe en el cielo y el gatito está solo. La gente ha desaparecido.

—¡Hola!, ¿alguien me escucha? ¡¿Dónde está mi dueña, dónde está?!

 

El gatito triste maullaba adentro y afuera de su casa, pero no hay nadie. En el patio una luz chispeante tal cual luz de bengala transitaba sin detenerse. El gatito corre hacía la luz y ¡crash!

—¿Qué eres? —le pregunta.

—¡Soy un hada con mucha prisa!

El hada emprende su vuelo, pero el gatito ha comenzado a llorar. Ella se detiene, lo mira con ternura y regresa.

—¿Qué pasa?

—Mi dueña ha desaparecido, no la encuentro por ningún lado.

—Y ya caminaste al más allá.

—No, sólo por acá. Me da miedo el más allá. Mi dueña no me dejaba ir al más allá.

—Tendrás que ir al más allá, para rescatarla.

—¿Rescatarla?

—Sí, temo decirte que el rey de las hadas ha capturado a todos los humanos.

—Pero, ¿por qué?

—Son malos.

—Mi dueña no es mala, me trata bien y me quiere mucho.

—El rey nos ha dicho que para restaurar el balance de la vida, los humanos deben desaparecer porque han taladrado nuestros bosques, han terminado con los ríos y los peces que existen en él. Los humanos son una plaga.

El gatito llora agua cristalina que se convertía en una luz irradiante.

—Tus lágrimas irradian luz.

—¿Y eso qué tiene que ver?

—Al llorar lágrimas luminosas quiere decir que tu dueña es una persona que ayuda al balance de la vida.

—Pues sólo sé que ella me ama mucho y sin ella me moriría.

El hada suelta un suspiro inquietante e intransigente.

—De acuerdo, te ayudaré a llegar al más allá.

—¡Gracias, gracias!

Abren la puerta del patio y al salir se escucha el temblor de sus patitas como cascabeles de navidad.

—Gato, no tengas miedo.

—No quiero, no quiero ir al más allá. Aquí estoy seguro, me gusta mi vida. ¿Por qué tuvo que suceder esto? ¿Porqué el rey de las hadas se tuvo que llevar a los humanos? Me gusta vivir aquí sin saber que hay más allá.

—Tienes dos opciones, te quedas en el más acá y vives solo eternamente o vas al más allá y regresas a casa con tu dueña. Los siento, pero no hay otra manera de hacer esto. Para que rescates a tu dueña, el rey de las hadas tendrá que ver tus lágrimas de luz.

El corazón del gatito tamborilea y tamborilea sin detenerse. Sus patitas de cascabel hacían ruido sin cesar. Sus ojos saltones como medusas en el mar se abren cada vez más.

—¡Decide, gato o yo me voy de aquí!

El gatito recuerda a su dueña sentada en su sillón favorito y él sobre su regazo en días de invierno, no quiere perder eso.

—¡Decidido, voy a ir al más allá!

—Entonces, en marcha.

—¡Está muy oscuro! —replica el gato

—Espera y verás, en la oscuridad existen cosas mágicas.

Su respiración rompe el silencio, sus ojos inquietos bailaban sin parar. Las calles están desérticas.

—Yo pensé que las hadas no existían.

—Sí, muchos han dejado de creer y son tantos, que dejaron de respetar nuestro entorno. Y por esa razón el rey de las hadas decidió que los humanos deben desaparecer.

—¡Pero sin ellos los animalitos caseros morirán!

—Creemos que los animalitos podrán vivir sin ellos.

—Yo no podré vivir sin mi dueña.

El gatito se ha dado cuenta que con la plática el miedo se disipa. La luna redonda se asoma para alumbrar su andar. El viento agita los olores de la noche y la frescura del bosque deambula en su nariz. Es la primera vez que ve los árboles reunidos en cofradía.

—¡Es hermoso!

—Te lo dije, y falta lo mejor.

Los árboles se agitan y le dan la bienvenida. El gatito se queda sin aliento al ver a las hadas que iluminan el entorno, parece una galaxia en la tierra.  

—Y yo que no deseaba explorar. Yo que me quedaba en el más acá. Y mira en el más allá, todo es hermoso. El trayecto fue oscuro y a veces tétrico, pero el estar aquí hace que todo valga la pena.

—Espera, todavía tenemos que llegar con el rey de las hadas y para eso hay que atravesar el camino de las flores y la montaña arcoíris.

Y yo pienso… ¿qué harán ahora? Mi mente vacila en resolver el dilema. Sentada frente a la computadora trato de descifrar la historia, pero no se alejen, lo averiguaré. ¿En qué estaba?... ¡ah! sí.

El camino de las flores suena algo dulce, pero no es así. Las flores son hermosas, pero agresivas que se deleitan en comer los más íntimos deseos de los extraños, los dejan sin energía, sin ánimos de continuar en esta existencia.

—Y aquí estamos ­—anuncia el hada.

—¡Wow!, divino.

—Es hermoso, pero no te fíes de las apariencias, estas flores son malas.

—Pero…

—El rey de las hadas las colocó aquí para defenderse.

—De los humanos, ¿verdad?

—Exactamente, gato, y si una de ellas te atrapa, te deja sin espíritu y te marchitarás lentamente.

—¿Y cómo atravesaremos esto?

—Hay que elegir el camino correcto y aquí es donde yo te dejo. No puedo acompañarte más allá.

—Pero… ¡no podré lograrlo sin ti!

—Gato, yo tengo confianza de que tú puedes, además tienes que ir solo, nadie más puede acompañarte.

Los ojos del gatito se llenan de agua salada, aprieta su boca con tal fuerza que sus dientes rechinan.

—Pero, ¿cuál es el camino correcto?...

En ese momento el hada desaparece. Cada camino tiene un color. El primero es rojo y el gatito podía sentir las oleadas de aire caliente. El segundo es amarillo con olor a vainilla y el tercero blanco e insípido. Cada camino está rodeado de flores de colores.

—Esto es muy difícil, no sé cuál elegir. ¡No sé… no sé, umm, miauuuu, no sé!

El gatito observa un largo tiempo. En el camino rojo las flores están un poco marchitas, de hecho, si se acerca más podía percibir pequeñas caritas enojadas en cada flor. En el camino amarillo las caras son prepotentes. En el camino blanco las caras son tristes.

—No caminaré por ninguno, haré mi propio camino.

Con sus garras trepa directamente a la pared y al llegar a la cúspide se da cuenta de que ninguna flor podía tocarlo, camina y camina hasta llegar a la montaña arcoíris.

Pienso y pienso en un final, a veces quiero que el gatito muera, otras veces deseo revivirlo, ¿qué será?… aún no lo sé, pero se verá cuando la historia esté concluida.

La montaña es traslucida, con sus tonos de arcoíris respectivos y se puede ver el fondo de lava hirviendo.

—Parece que si camino por la montaña caeré directamente y me quemaré, ¿qué haré?

No se ha percatado que su miedo ahora es una estrella fugaz y resuelve los problemas de ese momento. No ve el pasado ni el futuro, sólo está en el presente. Así se sentía cuando jugaba con su dueña.

—Pues lo intentaré, no hay otra manera de cruzar.

Da el primer paso sobre el color traslucido naranja y no pasa nada. Color por color el gatito deja sus huellas hasta llegar al más allá.

Un castillo cual verde pasto se aparece ante sus ojos. Pequeños caballos voladores, plantas que emiten canciones, bichos pequeños y grandes, vida tras vida en el más allá. Sin darse cuenta el gatito se redujo más de la mitad de su tamaño. Mientras se acerca las cosas le parecen más grandes.

—¡Un mundo mágico!

—Hola gato.

—¡Hada!

—¡Lo lograste!, ahora te llevaré ante el rey.

Entran al castillo de olor a pastel, al final del pasillo está el rey sentado en el trono de chocolate.

—Hola, gato —dulcemente el rey le habla.

—Hola, vengo a reclamar a mi dueña.

—Lo sé, vienes de muy lejos.

—Sí, pasé muchas cosas y me alejé del más acá.

—Eres un gatito muy valiente.

—La verdad no soy tan valiente. Lo único que deseo es que me regreses a mi dueña. Sé que eres el culpable de que todos los humanos desaparecieran.

—¡¿Quién te dijo eso?!

—El hada.

—¡Hada! —con tono desaprobatorio.

—Lo siento, pero nosotros deseábamos que nuestro mundo estuviera bien.

El rey sólo suspira y lo mira.

­—¿De verdad quieres saber qué pasó?

—Yo lo que quiero es que me devuelvas a mi dueña.

—No podré hacer eso —contesta el rey

El gatito comienza a llorar.

—Entonces… —confundido—, ¿qué pasó?

—Los humanos se destruyeron y aunque tu dueña era muy buena, no sobrevivió, ni tu amigo, ni nadie en el planeta, por fin terminaron con su existencia y con otros seres.

—¿Y yo cómo sobreviví?

—No lo sabemos, pero eres el único animalito que existe en la tierra.

—¡No quiero estar solo!

—No tienes por qué estar solo, si deseas te puedes quedar con nosotros.

—Yo lo único que deseo es ver a mi dueña y que todo regrese a la normalidad —los ojos del gatito eran un mar de lágrimas.

El hada siente tanta culpa que se corta las alas. Las alas tienen el poder suficiente para reunirlos. Ella se las entrega al rey.

—¡Hada! —dijo el gato

—Yo puedo vivir sin ellas, además demostraste mucha valentía para llegar al más allá.

El rey toma las alas y las suelta al aire. Desde ese instante el gato y su dueña estuvieron juntos por siempre. Si ves directamente las nubes puedes contemplar al gato jugando con su amigo, y a su dueña frente a ellos cuidándolos.  

Y así la leyenda del hada y el gato se contó una y otra vez en el nuevo mundo, porque la bondad y la valentía son dignos de contar.

Fin.

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"El mayor enemigo de un escritor novel es la oscuridad. Recibir la luz, la atención de otros, su gran reto." - Beka