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foto kiki la aprendiz de bruja
"Cada uno tenemos que encontrar nuestra propia inspiración... y a veces no es nada fácil." - Kiki, la aprendiza de bruja (1989)
Rebeca Laureano Palma (Beka)
Todos los derechos reservados.
Cuernavaca, Morelos, México. 2024.

El reloj

Estás en tu sala nuevamente, impactado, estremecido, te cuestionas, piensas cómo fue posible que el gobierno lo ocultó durante tanto tiempo.
Beka Laureano
Publicado:
19/4/21
Tiempo de lectura:
6 minutos

Escucha el cuento:

Te has despertado, medio abres los ojos, lentamente deslizas tus pies y sientes el resto de la cama fría, tocas el piso, buscas a ciegas tus pantuflas, las encuentras y te levantas, aún no abres bien los ojos. Aletargado caminas por tu casa, llegas al baño, abres la puerta y disfrutas de ese primer desfogue mañanero de pipí. Minutos después entras a la regadera y te das cuenta que no hay agua caliente, apenas sale un pequeño chispeo, esto ha venido sucediendo en los últimos cuatro años, a veces corres con la suerte de tener agua caliente y con mucha presión, pero la mayoría de las veces sucede esto.

El baño es tan rápido que ya estás vistiéndote, tomas tus calzones y pasas uno a uno tus pies, después tu pantalón de mezclilla color azul oscuro, tus calcetas y tus tenis blancos casuales, te colocas la playera de color verde, es el mismo tono que has usado durante la mitad de tu vida; tomas del clóset la chamarra blanca, la única que tienes ya que dura una eternidad, cuando la compraste no sabías que sería la última, si bien estás de acuerdo en todo porque sabes que esa ley ha ayudado al planeta de manera incomparable, a veces extrañas las épocas en las cuales podías elegir ropa diferente cada día. Tomas la chamarra y le ordenas que se transforme en un rompevientos.

—Entendido—contesta la chamarra.

Has escuchado a Diana desde que tenías ocho años, es la inteligencia artificial que siempre va contigo, no has podido actualizarla porque es demasiado costoso. La tienes gracias a que tu padre te la heredó; ella es la que te resuelve muchas cosas y aunque es lenta, es mejor que no tener nada.

Tu desayuno está listo, huevos revueltos con jamón y verduras que es lo que la nutrióloga te recomendó y aunque no sabe mal, te encantaría desayunar los cereales que te daban cuando eras pequeño, pero ahora eso es imposible porque la ley lo impide. Comes bocado a bocado, te sirves un vaso de leche light y fruta, sabes que eso es saludable, pero sigues con ganas de comerte un pozole o una hamburguesa y aunque tienes la certeza de que al dejarlos ha mejorado tu salud, dudas de que eso sea totalmente bueno. Te lavas los dientes, quedaron impecables; te secas las manos y caminas hacia la puerta. Tomas de la mesita recibidor un círculo blanco del tamaño de una moneda y lo pegas en tu camisa, luego, otros dos pequeños del tamaño de una tachuela en tus sienes y al colocarlos se puede observar cómo un hilo electrificado entra. Empiezas a escuchar tus mensajes, subes a tu carro eléctrico y le das la ubicación.

Hoy decidiste ir a la oficina porque te has sentido muy solo; te dejan elegir entre trabajar desde casa o no. Los mensajes poco a poco van apareciendo frente a tus ojos y en el camino comienzas a contestarlos por medio de tu voz…

 

A las 12:02 p.m., ricardo@grt.com escribió:

Muy buenos días a todos, 

Les escribo para informar que he terminado la edición de tres instrumentos de RCS.

Los instrumentos que están listos son las versiones en español: 

1.    Reciclado

2.    Cuestionarios

3.    Estatus del participante

En el cuestionario inicial conservé el campo "Location", pero creo que es algo que está pendiente por discutir.

Todas las observaciones son bienvenidas, mientras tanto, seguiré con la edición del resto de los instrumentos.

Que pasen un excelente fin de semana.

Ricardo.

 

5 de Febrero a las 13:13 Sara escribió:

​Perfecto. Muchas gracias, Ricardo. Yo tengo tiempo el martes en la mañana para revisarlo. Miriam, Carlos y Aiko, no sé si ustedes tengan tiempo antes del martes para checarlo también.

Un abrazo.

Sara.

 

A las 8:10 a.m Aiko escribió:

Buenos días a todos,

¡Muchas gracias por el avance Ricardo!

Yo sí tengo tiempo de revisarlo antes de mañana, ¿quieres que nos juntemos para hacer las pruebas?

¡Saludos!

Aiko.

 

Antes de dictar el mensaje te detienes un segundo porque en el semáforo ves a una mujer, la más bella que tus ojos han visto durante mucho tiempo. El cabello es rojo como lava ardiente y más frente a ese sol que hace mucho tiempo no había calentado en esa magnitud; trae un atuendo deportivo negro, short, una blusa sin mangas y tenis. Mientras el semáforo cambia de color, ella se agarra el pelo en una coleta, mueve sus brazos uno a uno arriba y abajo, los estira y calienta antes de empezar su rutina de ejercicio. El semáforo cambia a rojo y das gracias porque la puedes observar un poco más, sin embargo, el momento pasa rápido.

Retomas lo que hacías, mandas el mensaje para planear tu día, todo vuelve a la normalidad. Al llegar al trabajo todo parece tan perfecto, los lugares de estacionamiento son tan limpios y pulcros, el blanco y el gris resuenan en todo el lugar. Sales del carro, te observas en el vidrio, otro día en un mundo sin color, ya que todo es lo mismo y te recuerda a un manicomio. Los artículos que lees dicen que los colores motivan a realizar actos vandálicos, por eso el gris y el blanco están en todos los rincones del mundo. Pero das gracias por las plantas que ahora decoran los edificios curvilíneos y enormes para crear una atmósfera mejor, malamente los últimos años el sol ha dejado de calentar como lo hacía anteriormente y es todo un reto mantenerlas con vida, pero se ha logrado.

Entras por la puerta principal y te dispones a platicar, deseas tener contacto humano, pero sólo hay tres personas que están disgregadas por el lugar y tienen puesto sus audífonos que eliminan el sonido. Te vuelves a sentir solo. Te avientas al asiento y te deslizas hasta que tu cintura queda en la orilla, volteas para ver si alguien te observó, pero nadie se ha dado cuenta de tu molestia, están demasiado lejos, en su mundo. Respiras y empiezas a trabajar.

Llegas a casa, te notas cansado, aburrido, quisieras otra vida, pero te acuerdas de que tu psicólogo dijo que todos tenemos una gran vida en este mundo utópico. Aunque te parece lógico lo que dice, tu corazón lo niega rotundamente y quisieras viajar, pero el sistema eléctrico que manejan los aviones es tan caro, tú no lo puedes costear. Quisieras por lo menos ir a los bosques de los alrededores, sin embargo, todo está tan restringido que tendrías que esperar meses para que te tocara un turno. Así que te rindes y tus sueños se apagan, enciendes la pantalla, ni siquiera tu programa favorito logra animarte; te ríes forzadamente esperando que eso te quite la aflicción de soledad, pero no lo logras. Te percibes cada vez más vació, oscuro, lóbrego como aquella cueva que viste de pequeño, así que te quedas dormido.

La mañana siguiente es igual, la misma rutina, la misma soledad combinada con dolor y de nuevo te sientas en tu carro. De pronto tu cuerpo se activa, se emociona, tu alegría regresa al momento que ves a la chica con un atuendo diferente. Es del grupo de personas que está en contra del gobierno y para manifestarse se visten de colores. Tu sonrisa se activa, emoción que calienta tu alma. La ves segura y altiva, cruza, se voltea y te mira, la efervescencia de tu cuerpo inicia, años y años que no te sentías así. Te sonríe y se va. Llegas al trabajo con una actitud diferente y el día pasa más suave, más mágico.  

Otro día y ya quieres llegar a tu oficina, aunque hoy el frío llegó de improvisto, las temperaturas bajaron al máximo, el sol ha dejado de calentar y esta vez te quedas en casa porque todo está cerrado, la tormenta de nieve se avecina. El fulgor de tus ojos desaparece a medida que transcurre el día, la noche llega más pronto, aunque tienes pendientes del trabajo, los dejas de lado, te sumes en el sofá y te duermes.

Al día siguiente el sol volvió a salir y aunque el frío persiste, la tormenta terminó. Te arreglas rápidamente y te montas en tu carro. Ves a la mujer fugazmente con su mismo atuendo de colores, es un vestido sencillo pintado por ella, pero pasas sin detenerte.

Cuando regresas a casa te pones frente al espejo y creas miles de escenarios para toparte con ella, para hablarle; te comportas como si estuviera ahí, te ríes y te sonrojas. Le preguntas a Diana cómo tener una charla agradable y ella te responde sin cuestionamientos y te da diferentes ideas, la última que está diciendo te agrada, pero, Diana se traba y no concluye, aunque te molesta lo dejas fluir. Ves tu programa favorito con ojos diferentes porque mañana hablarás con ella, mañana será el día en que la conozcas, y aunque no sabes cuál será su reacción, esperas lo mejor porque tu psicóloga te ha dicho que siempre hay que esperar lo mejor de las cosas.

Te levantas sin miramientos, te bañas, te vistes, desayunas, te lavas los dientes tan rápido como puedes. Subes al auto y llegas al mismo semáforo, pero ella no está. Te estacionas momentáneamente al lado de la acera, no puedes esperar tanto porque es zona prohibida, unos segundos más y no llega; no tienes más tiempo porque el contador holográfico está llegando a su límite y si te pasas un segundo, te llegará una multa electrónica y no tienes para costear eso. Arrancas y te vas.

A la mañana siguiente, llegas al semáforo y la ves, te detienes y por fin le sonríes. Ella te devuelve la sonrisa, así que caminas sigilosamente hacia el lugar donde se encuentra y aunque te da miedo, finalmente estás frente a ella, pero no te sale ninguna palabra y por eso ella te saluda. Comienza la platica, la observas, su hermosura te impacta, su sencillez te emociona tanto, que te has olvidado del carro. Das la media vuelta y sales disparado, pero antes le invitas un café. Ella accede. Cuando regresas a tu automóvil la multa ha llegado, no obstante, sabes que valió la pena.

Llegas al trabajo, has ido toda la semana sólo para poder verla. Tomas asiento y no te puedes concentrar porque empiezas a recordar su sonrisa, esa boca perfecta que no es gruesa ni delgada, tiene ese balance sublime. La voz fina te hace recordar ese canto mítico celta. Sus ojos azules te llevan a ese mar que visitaste sólo una vez en tu vida, sin embargo, el pelo es lo que más te agrada, ese tono rojo que ya no se ve tan fácilmente porque la moda ha dictado que el castaño oscuro es lo que se debe de llevar.

Detienes tu pensamiento al observar que la oficina está completamente vacía, caminas por todos lados sin encontrar a nadie. Sabes que siempre está el vigilante, te diriges hacia su pequeño cuarto que queda atrás del edificio, pero está vacío, abierto, como si hubiera salido de prisa. Revisas tus correos para ver si algo sucedió y sólo tienes lo usual. Te regresas a tu oficina sin preocupaciones y nuevamente comienzas a visualizar a Edna, así se llama.

Lo que sí has notado es que el clima ha vuelto a cambiar, así que procuras salir antes para no quedarte varado. Apagas la computadora y tomas tus cosas, te subes al carro y lo pones en marcha, pero en el camino te percatas de que algo no está bien, no hay gente. Las cafeterías, las librerías, los restaurantes, todo está completamente desolado. Das la orden a tu automóvil de ir más rápido, al llegar a casa lo primero que haces es sintonizar las noticias y te quedas impactado.

Los expertos anuncian que no habrá sol durante más de 15 días, lo que provocará que las temperaturas bajen, los científicos no saben que tan grave será, pero recomiendan quedarse en casa y prepararse con…

Se va la luz, te agobia lo que va a suceder, intentas comunicarte con tu mamá, hace años que no le hablas, tomas el celular viejo, ése que hace siglos no ocupabas y marcas, pero no hay señal. El frío estalla, te sientes más solo de lo que jamás te habías concebido. Tristemente ya te habías imaginado una vida con Edna; te habías imaginado compartiendo algunas tardes cálidas con ella, deleitándote con su sonrisa que te arrancaría suspiros; te habías imaginado abrazándola; te habías imaginado ser alguien diferente.

Truenas los dedos porque se te viene a la mente el radio despertador, lo guardaste por si alguna vez lo necesitabas. Corres a las cajas que están en tu clóset, te sumerges a esa zona prohibida y sacas una caja, otra, hasta que dejas todo botado, pero al fin encuentras el radio que no necesita de luz eléctrica, pero sí de baterías que se encuentran a un costado. Esperas que funcione, las enciendes y escuchas una voz:

Esto es un duro despertar para la humanidad, pensamos que habíamos superado todo, creamos naciones casi perfectas, tratamos de ayudar al planeta, pero creo que fue demasiado tarde…

Le cambias para saber de lo que están hablando, y sólo escuchas pura palabrería sin sentido, nada coherente, sintonizas una estación y te sientas en tu sofá y escuchas:

Estoy conmocionada por lo que está sucediendo, creo que es momento de compartir este tiempo con nuestros seres queridos, de agradecer por la vida que vivimos, porque ya no hay lugar seguro en el planeta Tierra. Las temperaturas seguirán bajando, en tan sólo una semana descenderán a -17 grados centígrados…

Te enfocas en tu pensamiento y te ríes porque no es el fin del mundo. Sabes que el sol anteriormente ha dejado de calentar a la tierra y no ha pasado nada, unos cuantos días encerrados y ya.

Hemos confirmado esta triste noticia, salieron naves al espacio exterior y no hubo ningún aviso para la población. Se cree que los que van en ellas son los que pudieron costear ese viaje y nosotros nos quedaremos aquí…

Te sumerges en tu sofá, la tristeza ha llegado arrancándote esa luz momentánea como una estrella fugaz que se va, y sigues escuchando…

Las historias de ciencia ficción se hicieron realidad. Nos llegó hoy la investigación que los gobiernos defendieron durante mucho tiempo y como ya no hay nada que defender y como ellos ya partieron, nosotros nos quedaremos aquí, sin oportunidad de sobrevivir. Les voy a leer el tratado que se creó desde 1820…

Tu estómago se contrae, tus gases intestinales empiezan a fluir, te sientes como cuando eras niño que te daban ganas de ir al baño sin poder aguantarte. Te diriges allá, pero te llevas la radio y mientras haces tus necesidades escuchas:

 

Enero de 1820

Tratado GV2 Star

Entre el Consejo Mundial de Evaluación Política de desarrollo Social, el Consejo Mundial Económico y Social, el Fondo de las Naciones Unidas y Los Seres Galácticos establecen las bases de cooperación y seguimiento del Tratado GV2 Star.

Recordando el compromiso con el planeta Tierra para la realización de los objetivos de bienestar de los seres que cohabitan en la misma.

Tomando en cuenta la aspiración compartida entre los Seres Galácticos y los humanos por mejorar la calidad de sus intervenciones dirigidas al cumplimiento de los objetivos de desarrollo, especialmente aquellas relacionadas con el mejoramiento del ecosistema y el balance de la vida.

Reconociendo que los Seres Galácticos cumplirán con el mantenimiento del Reloj que se ha construido dentro del sol para generar la energía suficiente de la estrella GV2. En caso de que se incumpliera con este tratado, los Seres Galácticos dejarán de dar mantenimiento al Reloj.

Estás en tu sala nuevamente, impactado, estremecido, te cuestionas, piensas cómo era posible que años atrás el sol dejó de funcionar, cómo era posible que el gobierno lo ocultó durante tanto tiempo. Te paras y abres tu refrigerador, tomas ese vino que habías comprado para Edna, lo compraste al día siguiente que la viste, porque te enseñaron a visualizar tus sueños, y te visualizabas con ella deleitando ese vino tan caro e importado. Lo abres y te lo bebes poco a poco mientras escuchas lo que acontecerá.

No les leí completo el convenio, porque es enorme. Hay tantas cosas que no hemos cumplido como humanidad, y aunque pensamos que vivimos en un mundo utópico, no es así, no tenemos el derecho a observar los colores, existe la tristeza, la depresión cómo nunca se había registrado en la historia humana, no podemos disfrutar de un helado porque la ley lo prohibió, en conclusión; no logramos el balance. Pienso que los humanos somos incapaces de hacerlo. Me gustaría imaginar que aún tenemos tiempo de probar lo contrario, sin embargo, el tiempo se terminó. Los ricos y poderosos se fueron, nos dejaron, pero de algo estoy segura: no lograrán hacer otro mundo mejor. Con esto cierro el programa, mi última transmisión, les deseo que exista un después de la muerte.

Llega la luz momentáneamente y le preguntas a Diana qué es lo que pasará si el sol se apaga. Con su voz dulce, esa voz que te ha acompañado desde pequeño, te contesta… “Sin sol no hay fotosíntesis, conforme las plantas se marchiten, los animales se quedarán sin sustento y paulatinamente morirán. El mayor impacto se dará en una semana en el espacio, la Tierra rotará sobre su propio eje y sin la atracción gravitatoria simplemente flotará y eventualmente se estrellará con un cometa, meteoro o incluso con otro planeta, sin embargo, los humanos desparecerán antes, el frío acabará con su existencia”.

Lloras por todo y nada; lloras porque no te aventuraste más; lloras porque no disfrutaste de ese trabajo; lloras porque no visitaste a tu mamá, no la abrazaste, te faltó decirle: te amo; lloras por soledad; lloras porque no comiste lo que más deseabas; lloras por tu primer amor que arruinaste; lloras por Edna, porque deseabas amar sin condiciones; lloras porque no viviste con mayor intensidad. El tiempo se te fue de las manos, el reloj se congeló, dejó de hacer tic tac.

Fin.

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"El mayor enemigo de un escritor novel es la oscuridad. Recibir la luz, la atención de otros, su gran reto." - Beka